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Historia del diccionario

El diccionario más antiguo conocido data del año 600 a. C. Está escrito en la lengua acadia hablada en Mesopotamia por asirios y babilonios. En aquella época los diccionarios bilingües se encargaban a equipos de traductores, sabios extranjeros y locales que elaboraban listados de palabras con sus equivalencias, que escribían en tablillas de barro formando columnas.

Muchas de las tablillas halladas pertenecen a la que fue gran biblioteca de Asurbanipal, del 668 a. C., en Nínive, y son la fuente de gran parte de los conocimientos que tenemos sobre el asunto.

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También los japoneses compusieron silabarios, y siglos más tarde los chinos redactaron el diccionario de Hou Chin: del año 150 a. C.

Entre los diccionarios de la Antigüedad clásica acaso el primero que se escribió y conservamos se encuentra el Léxico de las voces empleadas por Homero, o Diccionario de la lengua homérica, de Apolonio el Sofista.

Julio Pólux redactó en el 400 a. C. su Onomasticón en diez volúmenes, libro que todavía existe. Asimismo merecen destacarse el elaborado en Roma por Verrio Flaco en tiempos del emperador César Augusto, que desgraciadamente no ha llegado hasta nosotros.

También cabe distinguir la obra de Erostiano, de tiempos de Nerón, que hizo una Colección de palabras de Hipócrates. Posterior a éstos es el Diccionario etimológico, de Orión de Tebas, de mediados del siglo V.

Origen de la enciclopedia

Menos antigua que el diccionario es la enciclopedia. La primera en España la escribió San Isidoro de Sevilla en el siglo VII: Etimologías u orígenes, donde reunió el saber de su tiempo, y a la que le faltó un detalle que la hubiera hecho más manejable: la ordenación alfabética.

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La primera enciclopedia con criterio moderno es la Crónica de Núremberg (1493), en tres gruesos volúmenes, de Hartman Schedel, médico de aquella ciudad que se valió para su proeza de los libros de su biblioteca particular: curiosamente el estudioso médico se olvidó de reseñar el acontecimiento más importante ocurrido un año antes, el descubrimiento de América.

En 1611 el toledano Sebastián de Covarrubias escribía un diccionario lexicográfico que llamó Tesoro de la lengua castellana.

El británico Ephraim Chambers publicó en 1729 una enciclopedia de uso popular que se mantuvo hasta que a mediados de aquel mismo siglo (1751), Denis Diderot y los llamados por su obra enciclopedistas franceses dirigieron la labor de recogida y ordenación del saber humano. Poco después, en 1768, un grupo de caballeros escoceses publicó la Enciclopedia Británica.


En tiempos ya no tan lejanos, la informática ha hecho pensar y temer que el futuro de las obras de referencia están acaso en el mundo de la interactividad informatizada. De hecho en 1986 la sociedad japonesa Pioneer comenzó a comercializar en Estados Unidos una magna enciclopedia en nuevo soporte: el vídeo disco que llamó Knowledge Disc de lectura mediante láser. Pero seguro que ya sabes lo sucedido con posterioridad a esa época.

Origen del diccionario bilingüe

El primer diccionario bilingüe de corte moderno fue inglés-francés. Lo imprimió probablemente en 1480 el inglés William Caxton para uso de los turistas de entonces. Se trata de un volumen de treinta y seis páginas.

Poco después el sevillano Alfonso de Palencia publicó en la ciudad de Sevilla su Universal vocabulario, y Nebrija, también andaluz, daba a la imprenta un diccionario latino-español.

En 1726, trece años después de su fundación, la Real Academia Española publicó su primer diccionario, tarea que fue su fin principal, y obra que se organizó teniendo a la vista los modos de proceder en similar trance de obras precedentes como el florentino Vocabulario de la Crusca.

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